La Región Demarcada del Duero, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Mundial en 2001 y local de origen de algunos de los mejores vinos de Portugal y del Mundo, es la más antigua región vinícola demarcada del mundo y está celebrando su 250º aniversario.

Son más de 250 mil hectáreas, que van desde la zona del Baixo Corgo (cerca de Vila Nova de Gaia) al Duero Superior (cerca de la frontera con España). Es acá que nace el Vino de Porto, reconocido y apreciado en todo el mundo, cuyas bodegas se ubican en la orilla sur del Duero, en Vila Nova de Gaia, y pueden ser visitadas.

Al largo del Río Duero, que atraviesa el norte de Portugal y desagua en el mar en la desembocadura de Porto, son visibles las típicas laderas con sus rellanos llenos de viñas que benefician de la riqueza de los suelos y de las excelentes condiciones climatéricas para que salgan lozanos. Por las aguas calmadas pasan los famosos barcos Rebelos, embarcaciones que otrora transportaban los barriles de vino por el río y que hoy son exclusivamente barcos de paseo, navegando por entre paisajes deslumbrantes que valen bien el viaje.

A pesar de la región ser muy extensa y de que algunos locales sean de difícil acceso, existen algunos puntos fundamentales que no pueden dejar de ser conocidos.

Es el caso de Lamego, “capital cultural del Duero” con un riquísimo patrimonio, visible en la Sé, anterior a la fundación de la nación portuguesa, en el santuario de la Senhora dos Remédios, con su escalinata monumental, y también el castillo medieval y el Paço Ducal – Palacio de los Duques.

Para tener una idea de la vista sobre el paisaje típico del Duero y sus laderas, se sugiere una subida al mirador de San Leonardo de la Galafura, ubicado entre Régua y Vila Real, en la carrera de Vila Seca de Poiares. De acá, se puede observar toda la belleza de las viñas, del río y de los arrecifes, en un conjunto natural que el escritor portugués Miguel Torga llamó de “poema geológico”.

La aldea de Castelo Melhor, en la alcaldia de Vila Nova de Foz Côa, es un buen punto de partida para conocer el valle del Côa y las pinturas rupestres que se encuentran allá cerca (gravuras de animales dibujadas en la piedra por los hombres primitivos). En esta aldea, fíjese en las casitas hechas de pizarra y en las ruinas del castillo.

El Duero es el local ideal para hacer enoturismo, o sea, visitas a fincas de producción vinícola con derecho a un diversificado programa de actividades. Es el caso, por ejemplo, de la Quinta da Gaivosa y de la Quinta da Pacheca donde, además de conocer la propiedad y el método de elaboración de los vinos, puede probar algunas de las mejores cosechas en su ambiente propio.

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