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Casa Palacio Conde de la Corte 02, Badajoz - Zafra Hotel, ARTEH
Press Trip Los Secretos de Casa Palacio Conde de La Corte y del Convento de La Parra
09 May 2011

Salimos de Lisboa para una verdadera aventura, al descubrimiento de la historia y tradiciones de la ciudad de Zafra y de la tranquilidad y sosiego de la villa de La Parra…

Tras tres horas de viaje, llegamos a la Casa Palacio Conde de La Corte, un encantador palacio, en tonos de naranja, rojo oscuro y morado, que nos abrió sus puertas de hierro forjado. La enorme cúpula de vidrio y hierro inunda de luz todo el vestíbulo del hotel, donde fuimos atentamente recibidos; la fascinante decoración, remonta a tiempos idos, a través de las incontables fotografías y motivos de caza que adornan las paredes.

Era llegado el momento de partir, nos esperaba una ciudad por descubrir… Zafra está repleta de influencias árabes, cristianas y judaicas en toda su esencia. Iniciamos nuestra visita por el antiguo convento y por la antigua sinagoga de la ciudad. Pasamos por la Iglesia de la Candelaria en dirección a la Calle del Mercado donde tenían lugar los intercambios comerciales y se situaba la antigua Farmacia del Mármol, actualmente transformada en una especie de museo.

Caminamos hasta a la Plaza Chica, donde en uno de los pilares encontramos una barra de medir, utilizada por los antiguos comerciantes para medir las telas. El Arquillo del Pan conecta la Plaza Chica a la Plaza Grande; actualmente repleta de terrazas, fue otrora, hasta el siglo XVI un espacio amplio destinado a los toros y también un lugar de culto, en el cual existía una Iglesia.

Seguimos en dirección a una de las cuatro puertas de la antigua muralla que cercaban la ciudad, la única que se conserva intacta, la Puerta de Jerez, que recibía a los comerciantes provenientes de Jerez de los Caballeros. La visita guiada terminó en el Museo de Santa Clara, un antiguo convento de monjas.

De regreso al hotel, nos instalamos en las exquisitas habitaciones, en tonos verdes y pastel, con flores y techos trabajados, amplios baños y decoración palaciega. Poco tiempo después, salimos a cenar con los directores de los hoteles, Darío y Maribel, que nos esperaban en el restaurante Barbacana. Durante la cena, tuvimos oportunidad de probar los deliciosos manjares típicos de la región; como entrante el surtido de fiambres ibéricos, seguido de una crujiente ensalada de pulpo confitado y de un fabuloso carpaccio de cerdo ibérico. La lasaña de salmón ahumado con ajo y champiñones nos dejó la boca agua esperando el segundo plato, unos deliciosos solomillos de cerdo ibérico con patatas a la carbonara y ensalada de cereza. Para rematar, de postre, ¡la cúpula de chocolate blanco con relleno de fresas y menta nos dejó rendidos!

La mañana siguiente, después del desayuno, visitamos el acogedor bar del hotel, el patio y la piscina y por fin, el mirador, cuyas soberbias vistas de 360º sobre la ciudad de Zafra nos hacen desear quedarnos un poco más, inspirar el aire puro de la mañana y aprovechar los primeros rayos de sol.

Estábamos nuevamente de salida hacía Burrillos del Cerro, una pequeña localidad entre Zafra y La Parra, cuya historia refleja las influencias romanas, visigodas y musulmanas. Viajamos por el tiempo y descubrimos el castillo, el antiguo convento, la casa del regidor que es también la casa real, transformada en museo.

Terminada la visita, seguimos en dirección a la Ganadería Torrete, donde fuimos atentamente recibidos por los dueños Yolanda y Francisco Meléndez y tuvimos la oportunidad de apreciar la casa de campo y los animales, expresamente los toros.

El almuerzo fue servido en el cobertizo de la casa, una fabulosa comida donde además de los famosos embutidos ibéricos, probamos el típico cocido de garbanzo, morcilla, patata y farinato, ¡absolutamente divinol! Tras esta visita, seguimos en dirección al Convento de La Parra.
Llegados al destino, fuimos recibidos con una pequeña comida en el patio del hotel donde tuvimos la oportunidad de relajarnos un poco y apreciar la paz y tranquilidad de este lugar mágico.

Reculamos en el tiempo… recorriendo todos los espacios de este antiguo convento. Descubrimos la simplicidad de la arquitectura, a través de la combinación entre madera y metal, el contraste entre el blanco de las paredes y el rojo oscuro del suelo, el lino de los paños en las antiguas celdas, actualmente habitaciones inundadas por la luz de la tarde.

Junto a la chimenea de la biblioteca, un espacio acogedor e intimista, repleto de estanterías y libros, encontramos la sala donde las monjas de clausura asistían a misa y la pequeña iglesia del convento, de suelo de ajedrez y altares coloreados y dorados. Por fin, en la cima de la torre de la iglesia alcanzamos unas vistas deslumbrantes sobre toda la villa de La Parra.

Llegada la hora de la cena, acompañados por Darío, nos dirigimos al restaurante del hotel donde la decoración minimalista nos envuelve por completo… probamos de entrante un sabroso queso de cabra gratinado con manzana y pasas; unas deliciosas croquetas de morcilla y también el tradicional salmorejo, una especie de gazpacho en puré. Se siguieron las fabulosas albóndigas de cerdo ibérico y para endulzar el paladar, de postre, la crema fría de arroz con leche y canela.

El despertar por la mañana fue místico e inspirador, al son del canto de los pájaros y del caer del agua. Tomamos un desayuno divino en el restaurante del hotel, donde no faltaron las indispensables frutas frescas, los cereales y las compotas de todos sabores…

Una vez más, llegaba el momento de la despedida y de salir rumbo a Salvatierra de los Barros, tierra del barro y de la naturaleza. Visitamos el museo del barro y la alfarería (confección de las piezas de cerámica), el antiguo castillo y convento de Santa María de Jesús, de monjes.

La visita terminó con un agradable picnic, en un ambiente familiar, donde tuvimos la oportunidad de degustar la deliciosa gastronomía de Salvatierra.

En la salida hacía Lisboa, quedó sin duda el deseo intenso de un pronto regreso a palacios encantados, a místicos conventos y a la sublime gastronomía de estos parajes.

 
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