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Casa Palacio Conde de la Corte 02, Badajoz - Zafra Hotel, ARTEH
La exquisitez de la Casa Palacio Conde de La Corte by Sandra M. Pinto
27 Jun 2011

Instalada en la plaza donde también se ubica el ayuntamiento de Zafra, el hotel Casa Palacio Conde de La Corte sobresale en primer lugar por su fachada que nos transporta de inmediato a un universo de exquisitez, y después por la imponencia del mismo edificio que descubrimos que ha sido casa de nobles, concretamente de Don Agustín Mendoza y Montero, Conde de la Corte y su familia.

Descargadas las maletas, nos acercamos al lobby. A pesar de que la belleza de la fachada pudiera servirnos de pista para lo que encontraremos dentro, no estábamos preparados para lo que nos recibió. Nada pretensioso, como podríamos pensar en la primera impresión, Casa Palacio Conde de La corte nos recibió como se recibe a un amigo, con mucha simpatía y una encantadora sencillez. En las paredes, detalles que nos recuerdan que estamos en una de las zonas donde las ganaderías y los toros son una tradición que todavía hoy se mantiene; fotos antiguas que nos traen un sinfín de gente que allí surge feliz, como avisándonos para que dejemos los problemas fuera y nos permitamos ser felices aquí, ahora. La recepción la encontramos en el lobby, el mismo que otrora fue un patio abierto y hoy surge cubierto por un techo de cristal por donde la luz entra sin pedir permiso, volviéndolo todo mucho más luminoso.

Resueltas las formalidades, era hora de descubrir la habitación que nos estaba reservada y ahí la sorpresa fue si cabe más grande, ¡pues no esperábamos una con su dimensión! Verdaderamente espaciosa, más parecía un aposento salido de un libro de historia, donde a cualquier momento la doncella haría su aparición para ayudarnos a vestir y peinarnos. Sobrepasada la puerta del baño, la sorpresa no fue menor, puesto que si la habitación era grande y algo suntuosa, el baño de ninguna manera le quedaba atrás. Muy cómodo y debidamente equipado, colindaba con un vestidor con áreas más bien generosas, si tenemos en cuenta su función. No nos faltaban las ganas de descalzarnos los zapatos y quedarnos por allí para un reparador baño, pero era la hora de salir rumbo a Zafra, con la intención de desvelar algunos de sus secretos.

De regreso al hotel y antes de una cena que se adivinaba inolvidable, intentamos comprender un poco más la historia del hotel antes de serlo. Supimos que fue construido en 1840, siendo durante décadas domicilio de la familia de Don Agustín Mendoza y Montero y que a mediados del siglo pasado lo transformaron en un importante centro para el desarrollo y incremento de la tauromaquia (actividad económica de gran importancia en la zona y a la cual la familia de Don Agustín siempre estuvo ligada). Antes de ser lo que hoy vemos, el edificio fue objeto de una importante labor de restauración, pero ni por asomo se perdió el espíritu base de la antigua casa de familia, puesto que se mantuvieron y respetaron los detalles históricos y arquitectónicos que nos transportan al espíritu ganadero de los antiguos propietarios. A fin de destacar toda la belleza del espacio, le dieron una particular atención a los colores y a la iluminación de los espacios, que se revelan cómodos y apelativos. Un detalle interesante es el hecho de que a cada aposento le dieron el nombre de una ganadería, como un homenaje a la actividad que desde siempre sirvió de base a la economía de la región y a la vivencia de sus gentes.

Pero no creáis que allí no hay nada que hacer, los más activos también pueden solicitar una bici y descubrir los alrededores, coger un libro y saborearlo página a página en la biblioteca, pedir para tomar un café o una bebida fresca en la terraza o, ¿por qué no?, refrescarse en la piscina del hotel.

Debidamente recompuestos, llegó la hora de reponer energías en una cena que sería servida en el restaurante Barbacana. Vecino del hotel, que se reveló el complemento acertado a nuestra estancia en Casa Palacio Conde de La Corte; por nuestra mesa aquella noche memorable desfilaron manjares tales como un fabuloso surtido de ibéricos, una ensalada de pulpo confitado, un carpaccio de cerdo ibérico, una lasaña de salmón ahumado con ajo y setas y unos deliciosos solomillos de cerdo ibérico con patatas a la carbonara y ensalada de cereza. ¿Se le hace la boca agua? Creemos que sí… imagínese ahora terminar este banquete con una cúpula de chocolate blanco relleno de fresas y menta… una experiencia gastronómica inolvidable… para nosotros y para la báscula, ¡como pudimos constatar al regresar a casa!

 
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